Historia del Movimiento Paralímpico

Sir Ludwig Guttmann y los Juegos de Stoke Mandeville

Aunque el deporte para personas con discapacidad ha existido desde la Antigüedad, su verdadero desarrollo se produjo después de la Segunda Guerra Mundial, con el propósito de rehabilitar a los numerosos soldados y civiles que habían resultado heridos durante la contienda.

En 1943, el Gobierno británico encargó al doctor sir Ludwig Guttmann -un médico judío nacido en Alemania en 1899y exiliado a Gran Bretaña al inicio de la guerra- crear la Unidad Espinal en el hospital de Stoke Mandeville, en la localidad de Aylesbury, al noroeste de Londres. Allí comenzó a introducir el deporte como herramienta de recuperación física y psicológica y, pasado un tiempo, la rehabilitación dio paso a la recreación y a la competición.

Casi al mismo tiempo, en Estados Unidos, el baloncesto en silla de ruedas empezaba también a desarrollarse. En 1949 se realizó el I Torneo Nacional de Baloncesto y se formó la Asociación Nacional de Baloncesto en Silla de Ruedas.

Sir Ludwig Guttmann y los Juegos de Stoke Mandeville
Sir Ludwig Guttmann y los Juegos de Stoke Mandeville.

El 29 de julio de 1948, coincidiendo con la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres, el doctor Guttmann organizó la primera competición con otros hospitales de ámbito nacional para deportistas en silla de ruedas, a la que bautizó como Juegos de Stoke Mandeville. Este campeonato, que supuso un hito en la historia del movimiento paralímpico, sólo incluyó la modalidad de tiro con arco, con participación de 16 soldados y mujeres con lesión medular. Cuatro años más tarde se unieron los veteranos holandeses y surgieron los Juegos Internacionales de Stoke Mandeville.

 

El nacimiento de los Juegos Paralímpicos

Inauguración de los Juegos Paralímpicos de Roma 1960
Inauguración de los Juegos Paralímpicos de Roma 1960.

Aquellos Juegos Internaiconales de Stoke Mandeville fueron la  competición pionera que dio origen posteriormente a los Juegos Paralímpicos, conocidos  por aquel entonces como “Olimpiadas para minusválidos” (el término Juegos Paralímpicos no se acuñó hasta los años 80).

La primera edición tuvo lugar en Roma en el año 1960 y comenzó seis días después de la clausura de los Juegos Olímpicos. Allí se dieron cita durante otros seis días 400 deportistas con lesión medular llegados de 23 países, para disputar 58 eventos con medalla de ocho deportes: atletismo, baloncesto, dardos, esgrima, natación, snooker, tenis de mesa y tiro con arco. Italia, con 80 metales, encabezó el medallero, por delante de Gran Bretaña (55) y la República Federal Alemana (30).

Desde entonces, los Juegos Paralímpicos se han venido disputando cada cuatro años pero no siempre en la sede olímpica. Al igual que en la cita de Roma, en 1964 Guttman logró que Tokio, la ciudad que albergaba los Juegos Olímpicos celebrara también la competición paralímpica. Sin embargo, esto ya no fue así durante dos décadas y Guttman, que falleció en 1980, no lo volvió a ver.

 

Las primeras federaciones internacionales

También en 1960, bajo la tutela de la federación mundial de veteranos, se creó un grupo internacional de trabajo destinado a estudiar los problemas del deporte de personas con discapacidad. De él surgió, cuatro años después, la Organización Internacional de Deportes para Discapacitados (ISOD, por sus siglas en inglés), que ofrecía alternativas a los deportistas que no podían afiliarse a la Federación Internacional de los Juegos de Stoke Mandeville (ISMGF): ciegos, amputados, deportistas con parálisis cerebral, etc.

Al principio formaron parte de la ISOD 16 países, que presionaron enormemente para conseguir que los deportistas ciegos y amputados pudieran participar en los Juegos de Toronto 1976, y los atletas con parálisis cerebral, en Arnhem 1980. Su objetivo era albergar en el futuro todas las discapacidades y funcionar como un comité coordinador. Sin embargo, pronto surgieron otras organizaciones internacionales especializadas en cada tipo de discapacidad: la Federación Internacional de Deportes para Ciegos (IBSA) en 1978 y la Asociación Internacional de Deporte y Ocio para personas con Parálisis Cerebral (CPISRA) en 1980.

Las cuatro organizaciones internacionales (ISMGF, ISOD, IBSA y CPISRA) sintieron enseguida esa necesidad de organizarse de cara a los Juegos y fundaron en 1982 el Comité Internacional de Coordinación de los deportes para personas con discapacidad (ICC), integrado inicialmente por tres miembros de cada entidad. En 1986 se unieron las Federaciones internacionales de deportes para Sordos (CISS) y Personas con Discapacidad Intelectual (INAS-FID).

Finalmente, el 22 de septiembre de 1989 nació en Dusseldorf (Alemania) el Comité Paralímpico Internacional, una organización sin ánimo de lucro destinada a actuar como órgano de gobierno del Movimiento Paralímpico. Pero no fue hasta 1992, tras los Juegos de Barcelona, cuando el ICC cedió definitivamente el testigo al IPC.

 

Caminos divergentes

Por motivos muy diversos, como se ha dicho, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos no compartieron sede durante muchos años. En 1968 los Paralímpicos no fueron en México sino en Tel-Aviv (Israel); Alemania en 1972 traspasó la competición paralímpica a Heidelberg en lugar de celebrarla en Munich; y en 1976 los Juegos de Montreal se trasladaron a otra ciudad canadiense, Toronto. La situación empeoró más aún cuando la Unión Soviética no accedió a acoger los Juegos Paralímpicos de 1980 en Moscú ni en ninguna otra ciudad rusa y tuvieron que celebrarse en Arnhem (Holanda).

Logotipo de los Juegos de Örnsköldsvik 1976.
Logotipo de los Juegos de Örnsköldsvik 1976.

Pero cuatro años después, en 1984, sucedió algo similar con la otra superpotencia mundial de la Guerra Fría y Los Ángeles renunció a organizar la cita paralímpica. De hecho, no se pudieron ni siquiera celebrar unos Juegos como tal, ya que hubo que partirlos entre dos sedes: Nueva York organizó las competiciones para ciegos, amputados y otras discapacidades físicas y personas con parálisis cerebral, mientras que las pruebas de personas con lesiones medulares tuvieron que regresar a Stoke Mandeville en Gran Bretaña.

Paralelamente, en 1976 la localidad sueca de Ornskoldsvik albergó los primeros Juegos Paralímpicos de Invierno, con 53 deportistas de 16 países participando en pruebas de esquí alpino y esquí nórdico. A partir de entonces, también adquirieron periodicidad cuatrienal.

Por fin, desde Seúl 1988 y Albertville 1992, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Verano e Invierno se celebran en las mismas ciudades e instalaciones, fruto del acuerdo entre el ICC y el Comité Olímpico Internacional, en el que jugó un papel fundamental el entonces presidente del máximo órgano olímpico, Juan Antonio Samaranch.

 

Barcelona 1992

Inauguración de Barcelona 1992
Inauguración de Barcelona 1992

Si Seúl 1988 había supuesto un hito importante en la historia del movimiento paralímpico, Barcelona 92 también marcó un antes y un después, puesto que allí se fraguaron los Juegos Paralímpicos tal y como los conocemos hoy: un festival deportivo único con dos citas, la olímpica y la paralímpica, que comparten las mismas instalaciones deportivas, la misma Villa de los atletas (en esta ocasión con playa privada), el mismo comité organizador, accesibilidad garantizada en las instalaciones y el transporte tanto para los deportistas como para los espectadores, los mismos estándares de calidad en la organización de la competición, el mismo cuerpo de voluntarios…

Desde el punto de vista de los Juegos Paralímpicos en sí mismos, Barcelona 92 introdujo innovaciones decisivas como la introducción de marcas mínimas para establecer límites de participación, la realización por primera vez de controles de dopaje a los deportistas, y muy especialmente, la introducción de un nuevo método de clasificación de la discapacidad para la competición que permitió agrupar a los deportistas según su capacidad física y deportiva en los deportes de atletismo, baloncesto, esgrima, natación, tenis de mesa, tiro con arco y tiro olímpico.

Otra de las grandes innovaciones fue la de contar por primera vez con una señal propia de televisión que se puso a disposición del resto de cadenas de todo el mundo, contando con Televisió de Catalunya (TV3) como productora y distribuidora de dicha señal. Medios de comunicación de 35 países cubrieron el evento y las instalaciones de los distintos centros de prensa contaron con todos los medios y adaptaciones necesarios para ello.

 

Una única candidatura, una única ciudad”

Aunque Seúl 88, y especialmente Barcelona 92, marcaron un camino de no retorno, fue en el año 2001 cuando el Comité Olímpico Internacional y el Comité Paralímpico Internacional firmaron un acuerdo para proteger los Juegos Paralímpicos y asegurar la práctica de “una única candidatura, una única ciudad”. Así se ratificó que desde 2008 los Juegos Paralímpicos tendrían lugar poco después que los Olímpicos en las mismas sedes e instalaciones y se obligó a todas las ciudades candidatas a albergar ambos acontecimientos deportivos.

Los acuerdos de colaboración entre IPC y COI, que se han ido renovando durante las dos primeras décadas del siglo XXI, y el último de los cuales tiene vigencia hasta 2032, han sido cruciales para convertir la cita paralímpica en un evento de primer orden mundial. Siguiendo el modelo de Barcelona 92 en un principio (Atlanta 96, Sidney 2000, Atenas 2004) y superándolo posteriormente (Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016), los Juegos Paralímpicos han llegado a un nivel de excelencia y de difusión que los sitúan entre los principales acontecimientos deportivos del mundo. Más de 4.000 deportistas, 160 países participantes. 22 modalidades deportivas y una audiencia acumulada de 4.000 millones de espectadores en todo el mundo son datos que lo demuestran.

Los Juegos de la pandemia

En 2020, el movimiento paralímpico, como el resto del mundo, vio sus planes truncados por la pandemia de Covid-19. Los deportistas se confinaron y abandonaron por unos meses sus entrenamientos y todas las competiciones internacionales se cancelaron. El 30 de marzo de ese año se tomó la decisión de aplazar a 2021 los Juegos de Tokio dada la expansión mundial de esta enfermedad y la dificultad para controlarla y combatirla.

Pese al escepticismo general y a las numerosas voces contrarias, Japón cumplió su promesa y organizó en verano de 2021 los Juegos Olímpicos y Paralímpicos entre fuertes medidas de seguridad. En la ciudad nipona se dieron cita más de 4.200 deportistas llegados de 162 países, quienes dieron un claro ejemplo de resiliencia y superación a través de un altísimo rendimiento deportivo.