La joven promesa del atletismo paralímpico Meritxell Playá (Sant Cugat del Vallés, 1998) ha admitido que cuando se decidió el aplazamiento de los Juegos Paralímpicos fue “frustrante” ver que su clasificación para Tokio, lograda al conseguir la medalla de bronce en salto de longitud en el campeonato del mundo, no iba a servir, puesto que tendrá que volver a refrendarla a lo largo de la presente temporada.
La deportista catalana se hizo con la medalla de bronce en salto de longitud para atletas con ceguera total (T11) en el Mundial de Dubai 2019, con una marca de 4.74 metros. Este resultado le daba el pasaporte a Tokio, pero después vino la pandemia y ahora deberá refrendar su presencia en los Juegos acreditando al menos la mínima B establecida por la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC) y el Comité Paralímpico Español.
Durante su intervención en el programa “Objetivo Tokio” de Teledeporte, Playá relató que “nos llevamos una gran alegría cuando conseguí la medalla de bronce porque era un billete directo a Tokio”. Sin embargo, al haber tanto tiempo de por medio “hay que hacer la mínima B para revalidar el estado de forma. Es un poco frustrante, pero es lo que toca, es lo necesario y se afronta como todos los otros retos que tenemos”, afirmó
Aseguró que va a intentar lograr esa mínima B (4.56 m.) “cuanto antes posible”, si puede ser en las próximas citas previstas, como el Meeting Internacional de Hospitalet (el próximo 31 de octubre) o el Campeonato de España que está pendiente de reprogramarse.
La atleta catalana contó en el programa presentado por Amat Carceller y Alberto Seoane que recientemente ha cambiado de residencia por motivos personales y se ha trasladado a vivir a Madrid, donde se ha incorporado al grupo de entrenamiento de la FEDC, con Pedro Maroto, Juanjo Morgado y Carlos Casas como equipo técnico, y cerrando una etapa de casi diez años en Barcelona bajo la dirección de Antonio Corgos y con Robert Díez como guía.
“Ha sido una decisión muy dura y complicada, que da mucha pena” por la gente que deja en Barcelona. Pero afirmó que está muy ilusionada con el nuevo equipo en Madrid, donde tiene como ventajas que es “un grupo más pequeño, con más atención, con más guías y más fácil para sobrellevar la discapacidad”, además de haber encontrado una gran “relación de confianza y ambiente de amabilidad y concordia, que ayuda a integrarse en el nuevo grupo”.
Meritxell Playá explicó también muy pedagógicamente las principales diferencias que ella encuentra entre el salto de longitud de personas ciegas con respecto al de atletas sin discapacidad, destacando como una de las fundamentales la compenetración guía-atleta mediante la comunicación verbal. “Se han de poner en práctica conocimientos técnicos para que el atleta con discapacidad pueda aprender”, pero lo más importante, a su juicio, es “saltar muchas veces, y tener cuidado para no hacerse daño y coger miedo”. “El miedo es lo que más nos impide alcanzar nuestro máximo potencial”, añadió.
“No es lo mismo el entrenamiento de una persona que ve al técnico y puede imitarle y el que no lo ve”. Por lo tanto, “muchas veces se tiene que permitir que el entrenador toque a la persona y también que pueda aprender de otra manera, no de manera visual sino con explicaciones mucho más complejas. Además, el atleta no puede estar entrenando solo, sino que necesita esa ayuda casi constante”, continuó.
“Y a la hora de la competición, no estás sola, sino que necesitas esa conexión con la persona que al final es tus ojos. Tienes que saltar a ciegas y el aspecto de la confianza con esa persona también se tiene que trabajar mucho”, concluyó.