Londres dio este miércoles la bienvenida a las 166 delegaciones nacionales que participarán desde este jueves en los Juegos Paralímpicos con una vistosa ceremonia de inauguración de luz, color y sonido que se prolongó durante unas tres horas y media y que estuvo presenciada por los cerca de 80.000 espectadores que abarrotaron el Estadio Olímpico.
La ceremonia fue presidida por la reina Isabel II de Inglaterra, al igual que en la de los Juegos Olímpicos. La monarca británica entró al palco de autoridades acompañada del presidente del Comité Paralímpico Internacional, Phil Craven.
También presenciaron el espectáculo la infanta Elena; el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert; el presidente y el director general del Consejo Superior de Deportes (CSD), Miguel Cardenal y David Villaverde, respectivamente; el embajador de España en el Reino Unido, Federico Trillo; la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el presidente del Comité Olímpico Español (COE) y de Madrid 2020, Alejandro Blanco, y el presidente del Comité Paralímpico Español, Miguel Carballeda.
El alcalde de Londres, Boris Johnson; el príncipe Eduardo y su mujer, Sophie Rhys-Jones; los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, y el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, fueron otras autoridades que se dejaron ver en el estadio londinense.
Liderada por la abanderada, Teresa Perales, la delegación española desfiló en el 140º lugar, con pelucas de colores y grandes gafas en algunos deportistas y una gran bandera nacional portada por los jugadores de la selección de fútbol sala para ciegos como principales aspectos llamativos. España aporta uno de los equipos más numerosos de los Juegos Paralímpicos, con 228 personas, 142 de ellas deportistas (127 con discapacidad y 15 de apoyo).
Antes del desfile de los equipos nacionales, el espectáculo comenzó con la aparición en el escenario principal del físico Stephen Hawking, que, con algunas de sus frases más conocidas en defensa de la ciencia y del conocimiento reflejadas en las pantallas del Estadio Olímpico, hizo de guía de una ceremonia basada en la defensa de la razón, la ciencia y los derechos. El científico británico volvió a aparecer varias veces más durante el acto.
Esta alabanza del conocimiento y su poder de transformar las percepciones del mundo quedó reflejada en Miranda, personaje de la obra “La tempestad”, de William Shakespeare, y que fue representada por una joven en silla de ruedas que empezó en actitud curiosa con la creación del universo y acabó encontrando su camino en la vida.
El hilo argumental de ceremonia comenzó con el “big Bang”, prosiguió con una biblioteca gigante, la manzana de Isaac Newton y alusiones al movimiento intelectual, filosófico, cultural y social que representó la Ilustración en el siglo XVIII, y concluyó en el Londres actual.
ENCENDIDO DEL PEBETERO
El espectáculo, que contó con la participación de 73 artistas con discapacidad y unos 3.250 voluntarios procedentes de todo el mundo, de entre 10 y 80 años, incluyó el traslado de la bandera paralímpica por ocho jugadores de la selección británica junior de baloncesto en silla de ruedas, el juramento de una deportista, un juez y un entrenador en defensa de la deportividad e igualdad durante la competición.
El presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Londres 2012, Sebastian Coe, afirmó que este evento será “un hito para las personas con discapacidad de todo el mundo”. “Queremos que los deportistas y todos los que participen en estos Juegos inspiren a los jóvenes con y sin discapacidad de todos los orígenes a tener las mismas oportunidades de desarrollar su potencial”, comentó.
Por su parte, Phil Craven señaló que los Juegos Paralímpicos “regresan a su hogar espiritual, el país donde todo empezó hace tan sólo 64 años”. “Es una celebración de la evolución del espíritu humano, una celebración para que los sueños se hagan realidad”, apostilló.
En los instantes finales, apareció la llama paralímpica en una antorcha que portaba Joe Townsed, militar aspirante a triatleta paralímpico que descendió en tirolina desde lo alto de la cercana torre ArcelorMittal Orbit hasta el Estadio Olímpico.
El fuego pasó después al futbolista ciego David Clarke y la última relevista fue Margaret Maughan, la primera campeona paralímpica de la historia (en Roma’60), que encendió una llamarada diminuta en uno de los pétalos de cobre del mismo pebetero de los Juegos Olímpicos, hasta que la llama encendió el resto de pétalos, los cuales emergieron suavemente hacia el cielo hasta convertirse en una única llama.