Tokio dio este martes la bienvenida a las 162 delegaciones nacionales (161 países y el equipo de refugiados) que competirán en los Juegos Paralímpicos hasta el próximo 5 de septiembre con una inspiradora ceremonia de inauguración en un Estadio Olímpico que mostró las ‘alas’ para volar de los deportistas como espejo para mostrar al mundo que sus discapacidades no impiden alcanzar sus metas.
La ceremonia se prolongó durante casi tres horas y fue presidida por el emperador de Japón, Naruhito, quien estuvo acompañado en el palco del presidente del Comité Paralímpico Internacional (IPC, por sus siglas en inglés), Andrew Parsons.
No hubo público en las gradas de un estadio con capacidad para 68.000 espectadores por las estrictas medidas impuestas por los organizadores debido a la pandemia de la Covid-19. Tokio es la primera ciudad en albergar dos veces los Juegos Paralímpicos, tras 1964.
El acto de apertura de los Juegos Paralímpicos se basó en el concepto ‘tenemos alas’ y recreó como hilo argumental la historia de un pequeño avión con una única ala -representado por una niña de 13 años- que renunciaba a volar en un ‘para-aeropuerto’ mientras otros se elevan libremente al cielo.
Ese avión no se atrevía inicialmente a unirse a los otros, pero finalmente adquirió la capacidad de volar, lo que escenifica que los deportistas paralímpicos demostrarán en los próximos días que todas las personas tienen ‘alas’ para luchar por sus sueños.
Tras la presentación de Naruhito y Parsons, cuatro niños tokiotas y deportistas con discapacidad portaron la bandera japonesa, que fue izada por miembros de las Fuerzas de Autodefensa de Japón mientras sonaba el himno nacional, interpretado por Hirari Sato, cantautora que nació con discapacidad audiovisual.
Acto seguido, el ‘para-aeropuerto’ cobró vida con 100 trabajadores (23 de ellos con discapacidad) que creaban vientos para hacer volar los aviones, mientras un niño con prótesis en una pierna corría y su movimiento provocó ráfagas que hicieron llegar al escenario enormes globos rojos, verdes y azules que representaban el símbolo paralímpico, conocido como ‘agitos’.
DESFILE
Posteriormente, una pista de aterrizaje sobre el escenario dio la bienvenida a los países participantes en un desfile iniciado por el Equipo Paralímpico de Refugiados y que siguió el orden del alfabeto japonés, salvo las tres últimas posiciones: Estados Unidos y Francia, anfitriones de los Juegos Paralímpicos de 2028 y 2024, respectivamente, y Japón. Ese segmento de la ceremonia fue amenizado por un DJ en silla de ruedas.
Por primera vez en la historia paralímpica, una pantalla mostraba los nombres de todos los deportistas de cada delegación nacional a medida que iban desfilando, incluidos los que no pudieron asistir a la ceremonia porque compiten este miércoles, por ejemplo.
Afganistán no cuenta con deportistas en los Juegos, pero su bandera fue portada por un voluntario de Tokio 2020 -y no por un representante de Acnur (Agencia de la ONU para los Refugiados), como inicialmente propuso el IPC- en solidaridad con el pueblo afgano después de que el país haya sido tomado por los talibanes.
El equipo español desfiló festivamente en el 72º puesto y abanderado por la nadadora Michelle Alonso y el ciclista Ricardo Ten, que comandaron un grupo de cerca de 140 personas, entre deportistas, técnicos, médicos, fisioterapeutas y personal administrativo.
Las delegaciones nacionales, a diferencia de lo que es tradicional y debido a la pandemia, no dieron la vuelta completa al estadio, sino que fueron entrando por dos puertas diferentes y rodearon un lateral hasta instalarse en el centro estratégicamente situados por personal voluntario de Tokio 2020.
DISCURSOS
Una vez concluido el desfile, comenzó a llover en el Estadio Olímpico de Tokio. La historia del pequeño avión de un ala se desarrolló después y su papel fue interpretado por Yui Wago, de 13 años y en silla de ruedas, que fue seleccionada para la ceremonia sin tener experiencia interpretativa previa.
Ese avión inicialmente carecía de coraje para volar, pero comprobaba que otros seis conseguían surcar el cielo despreocupados pese a tener alas pequeñas, muy largas o se dejan guiar por otros vientos. Esas aeronaves fueron interpretadas por personas con discapacidad. Entonces, el pequeño avión con un ala intentó volar, pero no lo logró.
Acto seguido, Naruhito declaró inaugurados oficialmente los Juegos Paralímpicos y llegó el turno de los discursos. La presidenta del Comité Organizador de Tokio 2020, Seiko Hashimoto señaló apuntó que la capital japonesa hace historia como primera ciudad en albergar por segunda vez unos Juegos Paralímpicos de verano y apuntó que la edición de 1964 alentó a las personas con discapacidades a independizarse y a participar en la sociedad, e iniciaron el desarrollo de los deportes paralímpicos en Japón.
"Esperamos que los Juegos de Tokio 2020 sean una oportunidad para construir una sociedad en la que todos sean libres de vivir como quienes son en apoyo mutuo y comprensión, libres de discriminación o barreras de cualquier tipo. Los deportistas y el deporte tienen el poder de cambiar el mundo y nuestro futuro, y ésa es precisamente nuestra misión. Medio siglo después de los Juegos de 1964, ha llegado el momento del cambio social", apuntó.
Por su parte, Andrew Parsons destacó que "el evento deportivo más transformador de la Tierra está a punto de comenzar" gracias al Gobierno japonés, el Gobierno Metropolitano de Tokio, el Comité Organizador de Tokio 2020 y el IPC.
"Queremos cambiar el mundo entero", añadió Parsons, en alusión a la campaña 'WeThe15' lanzada recientemente por el IPC con el apoyo de 20 organizaciones internacionales para reivindicar los derechos humanos de unos 1.200 millones de personas con discapacidad en el mundo, que representan a un 15% de la población.
"Los Juegos Paralímpicos son, sin duda, una plataforma para el cambio. Pero sólo cada cuatro años no es suficiente. Nos corresponde a todos y cada uno de nosotros desempeñar nuestro papel, todos los días, para hacer una sociedad más inclusiva en nuestros países, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades", comentó, antes de apuntar que "el mundo post-pandemia debe contar con sociedades donde existan oportunidades para todos".
Parsons se dirigió a los deportistas en los siguientes términos: "¡Paralímpicos! Lo disteis todo por estar aquí. Sangre, sudor y lágrimas. Ahora es vuestro momento de mostrar al mundo vuestra habilidad, vuestra fuerza, vuestra determinación. Si el mundo alguna vez os ha etiquetado, ahora es vuestro momento de ser reetiquetado: campeón, héroe, amigo, colega, modelo a seguir o simplemente humano. Ustedes son los mejores de la humanidad y los únicos que pueden decidir quién y qué son", sentenció.
ENCENDIDO DE LA LLAMA
La ceremonia homenajeó a los trabajadores esenciales que han luchado contra la pandemia de la Covid-19, algunos de los cuales llevó la bandera paralímpica por el estadio, antes de ser izada al son del himno paralímpico. Después, hubo juramentos realizados por un deportista, un juez y un entrenador.
La historia del avión de un ala se retomó cuando éste se dirigió en soledad hacia la pista del ‘para-aeropuerto’, se arma de valor con los ánimos de otras aeronaves y corrió a toda velocidad hasta despegar hacia el cielo nocturno mientras su ala brillaba intensamente.
La ceremonia concluyó con uno de los momentos más deseados: el encendido del pebetero paralímpico. La llama entró en un lateral del Estadio Olímpico en antorchas portadas por Kuniko Obinata, dueña de 10 medallas paralímpicas en esquí alpino; Masahiko Takeuchi, campeón de tenis de mesa en los Juegos Paralímpicos de Tokio’64, y Mayumi Narita, nadadora con 20 medallas paralímpicas en su palmarés.
A ellos les relevaron Taro Nakamura, médico de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020; Tamami Tamura, enfermera que estuvo en primera línea contra la Covid-19, y Fumio Usui, protéstico y ortopedista que ha entrenado a deportistas paralímpicos durante más de 30 años.
Los últimos relevistas fueron Yui Kamiji, ex número uno del ranking mundial de tenis en silla de ruedas y medallista de bronce en Río 2016; el jugador de boccia Shunsuke Uchida y la halterófila Karin Morisaki, quienes subieron a una gran plataforma y encendieron el pebetero al unísono.
Ese pebetero es el primero de la historia paralímpica alimentado con hidrógeno -como ejemplo de sostenibilidad de unos Juegos que usarán energías renovables- y se inspira en el Sol. Con forma de esfera, se abrió como una flor para encarnar la vitalidad y la esperanza. Pesa 2.700 kilos y su llama alcanza entre 1,2 y 3 metros de altura.
Cuando el pebetero se encendió, un total de 1.008 disparos de fuegos artificiales iluminaron el Estadio Olímpico de Tokio y sus alrededores, lo que llevó la ceremonia a su final.